Por Rigoberto Puentes
Finanzas personales para todos
Piggy Bank luego de muchos intentos fallidos por ahorrar. |
Una de las preguntas más difíciles que he tenido que encarar cuando he hablado sobre el ahorro, en diferentes foros y entrevistas, se refiere al de las personas que cuentan con bajos ingresos.
-¿Cómo puede ahorrar una persona que gana el salario mínimo?,
-me han preguntado los entrevistadores.
Mi
respuesta siempre ha sido: Si una persona quiere acumular riqueza, no tiene
sino dos opciones: o “gastar menos” o “ganar más”. ¡No hay soluciones
milagrosas! Ahora bien, en la práctica esas alternativas se reducen a una:
“reducir los gastos”, porque es la única que está bajo su control inmediato. La
alternativa de “ganar más” requiere de tiempo y esfuerzo adicionales. Sin
embargo, el gastar menos, si se hace inteligentemente, poco a poco ayuda a
ganar más, a través del rendimiento de los ahorros bien invertidos.
-¡Fácil
en teoría, pero no tanto en la práctica! -me argumentan-. ¿Cómo puede gastar menos una persona a la que el
dinero no le alcanza ni para cubrir las necesidades del día a día?
¡Un
argumento realmente difícil de rebatir!
Un artículo de Moisés Naim, uno de los más prestigiosos comentaristas sobre temas
económicos en Iberoamérica, vino en mi
ayuda. En el mismo, el autor comentaba la reciente publicación de un libro sobre el tema de la pobreza en el mundo,
que lleva por título “Poor Economics”, de los autores Abhijit
V. Banerjee y Esther Duflo, ambos profesores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y fundadores
de la organización J-PAL, dedicada a buscar la reducción de la pobreza en el
mundo a través de políticas basadas en evidencias científicas. El libro es el
resultado de un estudio realizado por su organización entre las comunidades más
pobres de 18 países de los cinco continentes. Según comentaba Moisés en su
artículo, el libro tenía la respuesta que yo estaba buscando: ¿cómo pueden
ahorrar los pobres? Por supuesto, pedí el libro inmediatamente en Amazon.com.
Los
autores realizaron esta investigación sobre el sector que ellos llaman “los más
pobres entre los pobres”, referido a personas que devengan menos de US$0.99 al
día (Col$53.000 mensuales, aproximadamente).
Basados
en sus investigaciones, los autores llegan a la conclusión de que la principal
barrera para ahorrar está más relacionada
con el aspecto psicológico que con el área financiera. De acuerdo con su
información, la principal causa de la falta de ahorro no está en lo poco que
ganan sino en la falta de auto-control para dedicar una parte de sus ingresos
al ahorro. Por supuesto, esto no es nada nuevo; todos sabemos que la
autodisciplina es un factor determinante a la hora de tratar de ahorrar. Lo que
sí es nuevo es que el mismo concepto aplique a aquellas personas que se suponía
que no ahorraban simplemente porque no les alcanzaba el dinero.
Los
más pobres, al igual que las demás personas -dicen los autores-, también
piensan en el futuro y saben que, a menos que se ganen la lotería para sentirse ricos de la noche a
la mañana, no tienen otra alternativa más que el ahorro para acumular alguna
riqueza para el futuro.
Las
conclusiones, por supuesto, están basadas en casos investigados, como los que
se mencionan a continuación:
*
El caso del fertilizante:
en una provincia rural de Kenia, la gran mayoría de los pequeños agricultores
no usaba fertilizante debido a que no tenía dinero para comprarlo. Para
solucionarles el problema, los investigadores les regalaron el fertilizante
para la siguiente siembra. El resultado
de la cosecha, por supuesto, fue concluyente: el rendimiento aumentó en un 70%.
Un resultado por demás evidente de los beneficios económicos del uso del
fertilizante. Sin embargo, al continuar la investigación en la siguiente
temporada, se dieron cuenta de que la mayoría de los agricultores que había
obtenido tan significativo aumento en el rendimiento de la cosecha no estaba
usando fertilizante. Al preguntarles el por qué, la respuesta fue que no tenían
dinero para comprarlo. ¿Qué habían hecho con el dinero recibido en la cosecha
anterior? ¡Lo habían gastado, sin dejar para el abono! Algunos habían intentado
comprarlo, pero al no estar disponible en la tienda el día que ellos tenían el
dinero, la plata se había usado para otros fines. Sin embargo, otros que sí
habían tenido la suerte de encontrar el abono en el almacén cuando aún tenían
el dinero, lo habían adquirido y lo habían guardado hasta la siguiente siembra.
Los investigadores concluyeron que era una cuestión de oportunidad; era
necesario tener el fertilizante disponible para cuando los parceleros tuvieran
el dinero. Así que implementaron un programa de bonos que les vendían a los
agricultores tan pronto recogían la cosecha y antes de que se gastaran en
dinero en otras cosas. De esta forma los agricultores ahorraban en bonos para comprar
el fertilizante y no tenían la tentación de gastarlo en otras “emergencias”. La mayoría compraba los bonos inmediatamente
vendían la cosecha, temiendo que si tenían la plata en su poder por mucho
tiempo ésta podría esfumarse.
*
Un ahorro costoso:
Cuentan también los autores el caso de una mujer en India que, conociendo su
falta de disciplina para ahorrar, había obtenido un préstamo de 10.000 rupias
(US$621) a una entidad de microcrédito pagando el 24% anual, con el compromiso
de pagarlo en cuotas semanales. Inmediatamente recibió el préstamo colocó todo
el dinero en una cuenta de ahorro que le generaba el 4% anual. Cuando se le
preguntó por qué hacía ese negocio tan absurdo a los ojos de los
investigadores, ella respondió que necesitaba reunir esa cantidad para la dote
de su hija que se casaría dos años más tarde y era la única forma de tenerlos.
Los investigadores entonces le preguntaron si no tenía más sentido aportar el
dinero que iba a pagar semanalmente por el crédito, en una cuenta de ahorros. La
respuesta de la señora fue que eso era imposible, porque siempre se presentaban
emergencias que no le permitían aportar todas las semanas o que podían
obligarla a retirar el dinero ahorrado.
Mientras conversaban con la señora se acercó otro grupo de mujeres, asombradas
de la ignorancia de los investigadores: ¿acaso ellos no sabían que eso era una
práctica normal entre la gente del lugar? La conclusión es que la imposición de
pagar el crédito les servía para obviar las emergencias y pagar
disciplinadamente las cuotas, mientras que el aporte para ahorrar, al no ser
obligatorio, no les imponía esa disciplina.
* Un ladrillo a la vez: En muchos lugares, principalmente en Marruecos,
la forma más común de ahorrar es la de construir la vivienda poco a poco. De
esta manera las familias, en la medida en que disponen del dinero, compran
materiales antes de tener la tentación de gastarlo en otras cosas. Un día pueden
comprar unos ladrillos y cemento y construyen
un cuarto; otro día compran el techo, o una puerta, o una ventana, y así, poco
a poco, muchas veces durante varios años, van ahorrando y construyendo la
vivienda para la familia. Ésa es su forma de ahorrar. Por supuesto es un
sistema de altísimo riesgo. Muchísimas viviendas se quedan sin terminar o son
arrasadas por las lluvias. Pero, en esos sectores, la gente no tiene otra
alternativa y algunos logran, al cabo del tiempo, tener una vivienda habitable.
* Los clubes de ahorro: Uno de los sistemas más creativos que han
encontrado para ahorrar es la de los “clubes de ahorro”, los cuales se han
desarrollado en India y en algunos países de África, como “Self-help groups” (Grupos de ayuda mutua o Asociaciones de rotación
de ahorro y crédito). Los asociados se reúnen periódicamente y aportan una suma a un pote común con el cual
acumulan un monto suficiente para prestar, de forma rotativa, a los miembros que lo requieran.
La
conclusión de los autores es que el optimismo y la esperanza de una vida mejor
son unos fuertes incentivos para ayudar a la gente, aun a los más pobres, a ahorrar;
pero, por otra parte, requieren de sistemas que les ayuden a autocontrolarse
para poder hacerlo.
¿Qué
gastos pueden recortar los más pobres?
Los
investigadores encontraron que estas personas, cuando se decidían a ahorrar, lo
hacían disminuyendo sus gastos en té, tabaco, alcohol, “snacks” y celebraciones.
Creo
que las anteriores investigaciones son una respuesta a la pregunta del
principio de este artículo: si una persona que gana US$0.99 al día de forma
irregular puede ahorrar, con mayor razón debe poder hacerlo una persona que
dispone de un ingreso fijo y un sistema estructurado (cesantía, fondo de
pensión y otros beneficios). Pienso que es cuestión de vivir el presente de
acuerdo con sus posibilidades y de mirar el futuro con optimismo y esperanza de
una vida mejor. Probablemente el factor que hace falta para las personas de
salario mínimo es la ayuda para administrar eficientemente sus ingresos a
través de programas idóneos de educación sobre economía y finanzas personales.
@RigobertoPMA
pma@pmacolombia.com
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