PEDRO, MARÍA Y SUS FINANZAS PERSONALES
Conocí a Pedro y a María
durante uno de mis seminarios sobre finanzas personales. Era una
pareja encantadora: inteligentes, amables, educados, y los mejores alumnos del
curso. En las clases se veía que querían asimilar cada palabra, cada idea, y
luego, durante los intermedios, se acercaban a conversar conmigo, tratando de profundizar
en cada nuevo concepto, cada nueva técnica aprendida. Es difícil encontrar una
pareja tan compenetrada y ansiosa de aprender sobre el tema de las finanzas
personales…
Ellos mismos se encargaron de aclararme su ansiedad.
Es crucial que la pareja siempre hable sobre las finanzas familiares. |
Al final del primer día se
quedaron para hablar conmigo y me lo contaron: Pedro estaba recuperándose de un
terrible accidente automovilístico que lo había dejado fuera del juego por
algún tiempo. Durante varios meses había estado postrado en una cama,
inconsciente, con pronóstico reservado.
Gracias a sus oraciones -contaba María- El Creador se había compadecido de ella
y le había devuelto a su esposo “sano y salvo”. Pero también les había dejado una dura pero valiosa experiencia
en cuanto a sus finanzas personales. Cuando sufrieron el accidente, María se encontró sorpresivamente sin plata y sin saber de
dónde sacarla.
Desde el principio de su
matrimonio Pedro se había encargado de manejar los asuntos financieros y en su
casa nunca había faltado nada. María siempre disponía de suficiente dinero para
el mercado, los gastos del hogar y sus gastos personales. De los compromisos más grandes: la hipoteca,
el crédito del vehículo, los colegios de los niños y todas las demás cuentas
similares, se encargaba Pedro. Siempre se pagaban a tiempo y María ni se
enteraba; y cuando se iba terminando el dinero del cajón de la mesa de noche de
María, en donde Pedro lo colocaba todas las semanas para los gastos del hogar, él
simplemente lo completaba, sin preguntas, sin reproches, sin reclamos, todo
dentro de la mayor armonía y comprensión.
La
plata aparecía como por arte de magia; yo no tenía que preocuparme de nada -comentaba
María-. En su casa no se hablaba de
dinero. No había necesidad, todo estaba bajo control… Todo, menos los
imprevistos como el que les ocurrió. A los pocos días del accidente, el dinero
del cajón de la mesa de noche se agotó y dejó de aparecer como por arte de
magia. De pronto María se encontró sin recursos para cubrir los gastos básicos
del hogar, tuvo que acudir a su familia para hacer el mercado y las cuentas fueron
acumulándose. Ella no sabía cómo pagarlas, ni disponía del dinero para hacerlo.
Acompañada por su padre acudió al banco en donde ella sabía que Pedro tenía la
cuenta, pero el gerente del mismo, a pesar de comprender y lamentar su
situación, se disculpó por no poder hacer nada al respecto… -Fueron días duros - comentaba
María -. Afortunadamente mis padres me apoyaron y con su ayuda pude obtener un
préstamo del banco para cubrir los gastos prioritarios. Sin embargo, las cuotas
de la hipoteca se habían acumulado, los colegios de los hijos estaban
retrasados, les cortaron los servicios, pasaron varios días sin teléfono. María
tuvo que rogarle al empleado del servicio eléctrico para que no le cortara la
luz…
-Fueron días duros- repitió
María-. Y lo más triste es que yo sabía que teníamos dinero, pero no tenía ni
idea de cómo acceder al mismo. Afortunadamente
Dios se acordó de mi familia y permitió que Pedro se recuperase. Pero
aprendimos la lección y por eso estamos en este curso de finanzas personales. Estoy decidida a
aprender a manejar las finanzas de la familia...
TU PAREJA... TU PRINCIPAL SOCIO COMERCIAL
Ahora reflexionemos sobre lo
siguiente: ¿Es razonable asociarse comercialmente con una persona que no está dispuesta
a compartir información sobre la situación financiera de la sociedad? ¿O qué
tal un socio que no quiera saber de las
cuentas, ni intervenir en ningún aspecto financiero de la empresa? Si bien
parece absurdo que alguien estuviese dispuesto a hacerlo, eso es lo normal, lo comúnmente
aceptado, cuando se trata de la empresa
más importante de la sociedad: la familia.
Es importante que la pareja
hable sobre dinero, que los dos entiendan sobre la administración del mismo,
que planifiquen sus objetivos financieros en conjunto y que se mantengan
permanentemente informados de los movimientos monetarios de su compañera o
compañero de lecho. Por supuesto, el amor es lo primordial; sin éste no hay
forma de establecer una sociedad de pareja exitosa; pero, si bien la plata no es el tema central
de la empresa familia, como sí lo es de la empresa comercial, nunca debe
dejarse de lado; es fundamental conversarlo desde el mismo momento en el que está
gestándose el proyecto de compartir la vida con la otra persona. Y, por
supuesto, es primordial que los dos mejoren sus conocimientos sobre finanzas
personales. Una educación financiera sólida les garantizará el éxito económico.
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