Por: Rigoberto Puentes
Hasta ahora, todos los artículos que he compartido con mis lectores a
través de este blog se han referido a la administración eficiente de los
ingresos, con el objetivo de estimularlos a implementar cambios de
comportamiento que les ayuden a mejorar su vida económica. Quienes hayan tomado
nota del mensaje y hayan adquirido o reforzado la cultura de planificar sus
finanzas y de manejar sus ingresos a través de un presupuesto que les permita
gastar menos de lo que ganan, dejando un remanente para el ahorro, habrán
superado la parte más importante y más difícil de las finanzas personales… habrán
dado un paso gigantesco en la ruta hacia el “óptimo económico”.
Recuerden que no se trata de acumular dinero como objetivo,
sino como un medio para lograr calidad de vida y, por ende, felicidad.
Como lo mencionaba anteriormente, ésa es la parte más difícil y más
aburridora de la educación sobre finanzas personales… Si ya lo han logrado, lo
que sigue es “coser y cantar”. Ahora vamos a enfocarnos en el tema de qué hacer
con los ahorros. El objetivo es el de mostrarles diferentes alternativas de
inversión, tanto a nivel local como en el exterior, que puedan llevarlos a lograr
el máximo rendimiento, bajo un nivel de riesgo que puedan manejar.
Empecemos pues:
La pregunta que titula este artículo es la que con mayor frecuencia
recibimos los asesores de inversión:
-¿En qué debo invertir mis ahorros?
Y, desafortunadamente, el único consejo honesto que podemos dar es frustrante
para quien espera una respuesta más concreta:
-¡Depende!
-¿De qué depende? – se nos pregunta, con toda lógica.
-De la situación particular de cada quien. De su perfil como inversionista.
No existe una inversión estándar para
todo el mundo. Cada persona deberá ensamblar su portafolio de acuerdo con sus
propias características. Para ello es
imperativo aprender y asimilar una regla fundamental, y tenerla presente
siempre que se piense en hacer cualquier tipo de transacción financiera:
“Riesgo y rendimiento son directamente
proporcionales: las inversiones que prometen altos beneficios son siempre las
de mayor riesgo”.
Por lo tanto, el primer factor que debe tomarse en cuenta es el riesgo. Si éste
es manejable, entonces se analiza el rendimiento; si el riego parece ser
demasiado alto, entonces no vale la pena ni mirar el retorno potencial.
Pero el riesgo no es igual para todas las personas; éste es individual y está
basado en dos factores fundamentales que determinan su perfil como
inversionista.
¿Cuáles son esos factores?
1) Su horizonte de inversión: Es decir su edad. Mientras que un joven de 20 años puede asumir riesgos
altos en la búsqueda de colocaciones con rendimientos ídem, debido a que
tiene suficiente tiempo para recuperarse si las cosas no salen bien, un
joven de sesenta o setenta ya no
cuenta con esa ventaja. Lo recomendable, por lo tanto, para cualquier
persona que inicie un fondo temprano en la vida, es adaptarse a su
horizonte e ir haciendo una transición
de un portafolio agresivo (“alto-riesgo/alto-rendimiento”) hacia otros
cada vez más moderados (riesgo y rendimiento promedios) para llegar a la
última etapa de su vida con un portafolio conservador (“bajo-riesgo/bajo-rendimiento”)
que le asegure la preservación de su capital. Este concepto ha quedado muy
bien expresado en la reciente reforma de los fondos de pensiones y
cesantías, para el manejo de los portafolios de los afiliados.
¿Significa lo
anterior que un joven de 20 ó 30 años siempre debe elegir portafolios de “alto- riesgo/alto-rendimiento” mientras
que uno de 60 ó 70 debe hacer lo contrario?
¡No
necesariamente! La edad no reemplaza a la educación financiera. Sin el
conocimiento financiero adecuado las inversiones de “alto-riesgo/alto-rendimiento”
no son recomendables para nadie… ¡a ninguna edad! Por el contrario, un joven
sesentón o setentón bien educado financieramente puede darse el lujo de acceder
y beneficiarse de las mismas.
2) El nivel de tolerancia al riesgo: Es el segundo factor que debe tomarse en
cuenta a la hora de buscar una colocación para los ahorros. Éste se mide por
el grado de estrés que es capaz de soportar una persona cuando las
inversiones no van en la dirección esperada. Probablemente todos hemos leído sobre la ola de suicidios que
se suscita cuando se producen grandes crisis financieras… ¡Hasta ese punto
puede llegar el estrés, la angustia, la agonía que genera un revés
financiero, cuando no se está preparado para soportarlos! Sin embargo, en
la mayoría de los casos, los reveses financieros no son sino crisis
temporales, en las cuales, mientras los no educados financieramente sufren,
los que sí lo están hacen su agosto, aprovechando las caídas de los
mercados para maximizar sus ganancias… ¡Así de importante es la educación
financiera! Ésta es la que nos provee de los conocimientos suficientes
para diferenciar las crisis verdaderas de las temporales y la estabilidad
emocional para actuar con serenidad y sacar el mejor provecho de las dos.
Ninguna persona
que no cuente con educación financiera adecuada debería incursionar en
inversiones de renta variable (acciones, fondos mutuales, carteras colectivas,
opciones, etc.), por cuanto la carencia de ésta maximiza el riesgo y usualmente
terminará perdiendo dinero.
Pretendo, a través de este blog motivar a
mis lectores a que aprendan a invertir y a obtener altos rendimientos. Los
artículos de las próximas semanas servirán de abreboca para incentivarlos a adentrarse
en esta materia. Pero para ello no bastará con leer los artículos… deberán
profundizar sobre los temas tratados en cada uno de ellos.
Cualquier pregunta o comentario háganlo por este medio. Gustosamente les contestaré.
Interesante, gracias por estos articulos
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario Arvery.
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