Finanzas personales para todos
Por: Rigoberto Puentes
El
siguiente es parte de un capítulo de mi libro de finanzas personales “El mejor regalo para tus hijos”, que trata sobre los valores, las
creencias… Los paradigmas que debemos sembrar en el cerebro de nuestros hijos
para ayudarles a desarrollar una vida financiera sana.
“La financiación es una herramienta fundamental en el manejo del dinero y
de la construcción del bienestar económico, pero, para ser beneficiosa, debe estar
bien administrada. Un préstamo inapropiado o mal administrado puede conducirnos
fácilmente a la quiebra."
¿Qué es un crédito
inapropiado?
Es aquel que se obtiene sin ningún tipo de planificación, bien sea por
costumbre o por impulso, como en el caso de las tarjetas de crédito o, más
grave aún, por necesidad, para cubrir gastos u otras deudas previamente
adquiridas.
Un caso común
Conocí
a Martha en un supermercado, en Bogotá. Hice contacto con ella cuando estábamos
haciendo fila para pagar las compras. Mientras esperábamos que atendieran a las
personas que iban delante de nosotros, ella me hizo un comentario acerca de lo
mucho que habían subido últimamente los precios de los víveres y se quejaba de que
cada día el dinero alcanzaba menos.
Cuando
llegó su turno de pagar, una cuenta relativamente pequeña, sacó su tarjeta de
crédito y se la pasó a la cajera, quien naturalmente le hizo la pregunta de
rigor que se acostumbra en Colombia cuando se paga con tarjeta de crédito.
-¿A
cuántas cuotas?
-Treinta
y seis –respondió la muchacha automáticamente.
Mientras
la cajera hacía los trámites del caso para obtener la aprobación de la tarjeta,
yo aproveché para preguntarle a la muchacha:
-Discúlpeme
la pregunta -¿por qué treinta y seis cuotas?
-Bueno
-me respondió sin la más mínima duda- porque así me resulta más fácil. En lugar
de tener que pagar la totalidad de una vez, lo pago en tres años, con lo cual
me resulta mucho más barato.
-¿Usted
sabe los intereses que le cobra mensualmente la tarjeta?
Martha
se me quedó mirando con extrañeza.
-Sí,
pero creo que no es mucho, y de todas formas las cuotas son muy bajitas.
Entonces me di cuenta de que la joven Martha apenas estaba entrando en la ruta de la pobreza. Me habría
gustado poder aconsejarla, pero en ese momento la cajera le entregó el formato
y un bolígrafo para que firmara, ella lo hizo y luego desapareció.
Puedo imaginarme la historia futura de Martha, a través de otros casos
que he conocido y que he tenido la oportunidad de ayudar a resolver.
La joven Martha seguirá haciendo compras con su tarjeta y difiriendo los
pagos al máximo que le permita el plástico con el fin de que las cuotas le
queden lo más bajas que sea posible. Ella seguirá acumulando bajas cuotas, las
cuales sumadas se van haciendo cada vez más grandes, lo que significa que los
pagos mensuales van a consumir cada vez una parte más importante de sus
ingresos. Pero Martha no se percatará de ello, puesto que tendrá a mano su
amada tarjeta para lo que necesite… hasta que un día se dé cuenta de que las
cuotas han subido tanto, que ya sus ingresos no le alcanzarán para pagarlas. Se
empieza a retrasar en los pagos y
entonces sucede algo inesperado: las tarjetas dejan de funcionar, quedan
bloqueadas. Así, Martha se encuentra en una situación desesperada: no puede
hacer compras con su tarjeta y no tiene dinero en efectivo, por cuanto lo usa
todo para pagar las cuotas. Entonces aparece la amiga bienintencionada que
viendo su angustia le sugiere una solución de emergencia: el prestamista, ese
buen señor que cada quince y treinta se aparece en la cafetería de la esquina,
a realizar sus operaciones de cobranza y apertura de nuevos créditos. Martha lo
ve como una salvación y acude a él… y así, gota a gota, Martha va cayendo cada
vez más profundo en el socavón de la pobreza, del cual le será muy difícil
escapar.”
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