Cifras de
la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en una
encuesta realizada a más de 150.000
adultos en 148 países en 2014, reflejaron que solo el 35 % de las personas tienen conocimiento sobre
la educación financiera. Noruega, Dinamarca y Suecia fueron clasificados como
los países en donde sus ciudadanos tienen una mayor educación financiera, y por
ende una mejor calidad de vida.
Es
importante recalcar, en este punto, cómo el índice de calidad de vida es
directamente proporcional al índice de educación financiera.
Japón
es otro ejemplo de lo anteriormente dicho. En Japón la educación financiera
forma parte del pénsum educativo. En Estados Unidos está haciéndose un esfuerzo
para conseguir lo mismo, pero aun así todavía quedan 33 estados que no incluyen
la educación financiera en los currículos escolares.
En
la mayoría de los países de América Latina se alcanzan cifras muy pobres acerca
del conocimiento en esta importante materia. Si bien se han hecho algunos
esfuerzos en México, Brasil, Colombia y otros, hasta donde sabemos en ningún país
se ha incluido dentro del pénsum de estudios regulares. Una medida esencial
para lograr éxito en el mediano y largo plazo.
El
problema está en que los gobiernos, en este aspecto, actúan reaccionando a las
presiones del momento: después de la crisis de 2008 hubo un gran interés en
todo el mundo, pero en la medida en que la crisis se fue olvidando, igual
ocurrió con los programas de educación financiera. Por su parte, los esfuerzos
privados no tienen mucho éxito, por cuanto la gente no está muy interesada en
pagar y gastar su tiempo en un tema tan poco atractivo y, aparentemente,
complicado. ¡Es más divertido perseguir un Pokémon!
La
educación financiera es la capacidad de comprender todos los aspectos
relacionados con el dinero, el uso del mismo y su mejor administración, lo que va
a permitirnos alcanzar una vida plena, y llegar hasta lo que estamos buscando:¡la
tan anhelada libertad financiera! Un estado relacionado con el bienestar
económico, en donde no tengamos compromisos financieros que nos estresen, y donde
seamos capaces de cubrir todas nuestras necesidades económicas. Calidad de vida…
¡de calidad!
La
educación financiera, al igual que los demás conocimientos, debe ser inculcada
desde edad temprana; de esta manera mayores van a ser los frutos que rendirá.
Por ello hay que comenzar a enseñarles a los niños desde una corta edad el
manejo del dinero, el valor que tiene. Cuando estos niños —que tuvieron una
enseñanza financiera activa en su hogar o en su escuela— crezcan, van a ser
agentes formadores de cambio dentro de sus comunidades.
En
la actualidad existe un enorme desconocimiento sobre cómo funcionan los bancos,
sobre cómo elaborar un presupuesto, y lo que significa ahorrar en realidad. La
educación financiera se convierte en una filosofía, mediante la cual se
obtienen herramientas importantes que servirán para elaborar un plan integral
de vida.
Si estás
en la edad adulta y aún no has recibido ninguna educación financiera, no entres
en pánico y no hagas lo peor que puede hacerse en estos casos: voltear la
mirada y huir de educarte financieramente. Los problemas de dinero van a
seguirte a todas partes mientras no decidas comenzar tu educación financiera. Todo lo que tienes que hacer es dedicarle tiempo
al asunto, instruirte, leer, tomar cursos acerca de finanzas personales. Verás
que pronto entenderás su funcionamiento, lo que redundará positivamente en tu
vida y en la de tu familia.
Y algo muy importante: al no estar incluida la
educación financiera en los pénsums escolares, esa responsabilidad recae
totalmente en los padres. Son ellos quienes deben sembrar los conocimientos
financieros en sus hijos a la edad más temprana posible.
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